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  • Foto del escritorMilena Clavijo

Impedir que el miedo nos controle

Actualizado: 25 jun 2020


Recientemente Netflix ha liberado el documental “The last dance”, que muestra como transcurrieron los años que pasó Michael Jordan en los Bulls de Chicago.

En los 90 yo estaba ya en la universidad y recuerdo claramente la experiencia de seguir los partidos en esa época maravillosa del baloncesto en la NBA: no me perdía ninguno, aunque no fuera deportista.

Aparte de los comentarios sobre la calidad del documental y la investigación realizada, que dicho sea de paso en mi opinión son excelentes, quisiera resaltar un tema sobre el rol de este gran jugador en el equipo.

En el documental se habla de Michael Jordan haciendo hincapié en su extraordinaria competitividad y fortaleza mental, como daba todo de sí en la cancha y como su motivación de ganar siempre estaba sobre todo lo demás, al extremo que los miembros del equipo hoy recuerdan como los apestillaba en la cancha, los trataba de manera poco amable, o les decía claramente qué era lo que estaban haciendo mal.

Sin embargo, aunque todos reconocen que en aquellos momentos tolerar esa presión no era fácil, sí están seguros de que esa fue la receta que les llevó tan lejos: sabían que no les estaba pidiendo nada que no estuviera haciendo él mismo.

Les exigía tanto porque sabía que podían darlo (muchos se maravillan de cómo el nivel de todos los integrantes del equipo era tan elevado en aquel momento) y porque él mismo estaba haciendo lo mejor que podía. Claro, el estándar de un jugador como Jordan es extremadamente alto, pero no por eso él iba a exigirles menos.

En retrospectiva, aunque quizá sus compañeros de equipo tuvieran miedo de no dar la talla, ese empuje constante, sin piedad, cada día, fue lo que hizo que ellos se sobrepusieran al sentimiento de no ser suficientemente buenos, a los chismes de los medios, al qué dirán de las directivas, al poder de otros jugadores.

Esa presión, a pesar de ser tan fuerte, tuvo la virtud de hacerles ver de lo que cada uno era capaz, les mostró un potencial del que quizá no eran conscientes. Y eso les permitió creer que lo que él les pedía era posible.

En la cancha estaban todos presentes en cuerpo y alma, porque era tan grande lo que hacían consigo mismos, con el equipo y para su audiencia, que estaban dispuestos a dejarse la piel en cada partido. ¡¡Y cómo se notaba!!

He pensado hoy que frente al miedo, cada uno de nosotros necesita hacer un poco el papel que hizo Michael Jordan en los Bulls:


1) Tener clara nuestra meta en cada aspecto de la vida (ganar un campeonato 3 veces seguidas).

2) Presentarnos cada día para hacer lo necesario (entrenar, entrenar y entrenar, sin importar nada de lo que haya pasado ni las demás cosas que se estén haciendo, ni lo que se vaya presentando).

3) Pase lo que pase, mantener el enfoque centrado (y cerrado!) solo en aquello que hemos decidido es lo que queremos (no dejarse distraer/ quitar tiempo).

4) Procesar rápidamente las cosas que ocurren fuera de nuestro foco (sacarlas de la mente), y así liberar la atención para lo que realmente queremos.

5) Ignorar las cosas que no son relevantes para nuestro propósito (escándalos publicitarios, comentarios de otros jugadores, chismes, censuras).

6) Tomarse muy en serio todo lo que se interponga entre nosotros y nuestras metas, dedicando de inmediato el tiempo, la atención y los recursos necesarios para superar el obstáculo que nos impide avanzar.

7) Empujarse cada día hacia delante, con insistencia y sin piedad.


Este ciclo debe repetirse a diario, hasta que el impulso que nos lleva hacia atrás, el miedo que siempre está ahí ante lo que sea que tenemos en frente, se haga pequeño, hasta casi desaparecer.


En otras palabras, no tenemos que ignorar que el miedo existe, sino quitarle su poder poco a poco, de igual manera que Jordan lo hizo consigo mismo y los miembros de su equipo: demostrándonos que tenemos como vencer, si realmente nos los proponemos.

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