Subir la barra

Antes de que nos embargue la inercia del día a día y nuestros buenos propósitos de trabajar en lo que nos gusta se queden en veremos, echemos mano del impulso que puede darnos el sentimiento de enojo hacia nosotros mismos por permitir que las excusas se atraviesen en el camino hacia nuestros sueños.

¿Por qué siempre estoy dándome explicaciones acerca de por qué no pude hacerlo?

¿Por qué sigo permitiendo que otras personas u otras tonterías me roben el tiempo?

¿Por qué estoy dispuesto(a) a que mis prioridades sean desplazadas por la pereza, la falta de foco, la distracción o los problemas del día a día?

¿Por qué escucho a los que sólo encuentran razones para hacerme desistir?

¿Por qué simplemente no empiezo?

¿Por qué?

Confrontemos nuestro proceder, enfrentemos nuestra ligereza, subamos la barra con la que nos exigimos. Ahora.