Zona de confort
- Milena Clavijo
- 13 oct 2017
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 25 jun 2020

En uno de mis trabajos corporativos, tuve una jefe maravillosa, que con frecuencia nos decía que había que evitar a toda costa estar en la 'zona de confort'. Esto me permitió desarrollar una visión específica para detectar cuando alguien ofrecía todas las características de estar allí, especialmente yo misma.
Se está en la zona de confort cuando lo que hacemos no nos reta, ya lo podemos realizar en un estado similar al piloto automático. Esa desidia nos lleva a no ver o ignorar señales que nos alertan sobre como las cosas están cambiando o ya lo han hecho (pues siempre lo hacen) y tarde o temprano, nos conduce a perder lo que creíamos tener tan controlado.
Gente en zona de confort hay en todas partes, pero no siempre tienen la suerte de tener un jefe/profesor/tutor o padre que se los recuerde. Pueden pasar años con la misma actitud o en el mismo puesto de trabajo, sólo queriendo pasar 'de agache'.
Dicen los que saben, que la vida es esencialmente una experiencia de aprendizaje. Y esto aplica tanto para quienes trabajan en lo que les gusta como para los que no: nadie se puede dormir en los laureles. Nadie. Menos en este mundo en el que lo único constante, es el cambio.
Encontrar el trabajo que le gusta con toda seguridad requerirá más de un intento. Le cerrarán las puertas en la cara y otros jamás contestarán sus e-mails o sus llamadas. Otros (probablemente sus parientes), le dirán que ya está bien de pensar en tonterías que solo le sientan bien a la juventud (o si es usted joven, le dirán que ya es hora de sentar cabeza). Habrá quienes le dirán que sí y después desaparecerán de la escena, con tal de no tener que enfrentarle. Todas y otras muchas más posibilidades desagradables existen y de usted depende seguir adelante, sin importar cuántas veces le digan que no.
La vida más emocionante, esa que vale la pena ser vivida, está justo después de la zona de confort.
¡Gracias, Esperanza!