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¿Por qué en un país en el que la mayoría sobrevive, encontrar la vocación debería ser importante?

  • Foto del escritor: Milena Clavijo
    Milena Clavijo
  • 20 may 2016
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 26 ago 2020


Cuando el libro fue publicado, muchos de los que asistían a las charlas del lanzamiento me escuchaban con condescendencia, como si el tema del que se ocupa el libro fuera algo irreal, algo tan etéreo que ni siquiera valiera la pena tenerlo en cuenta. Pude darme cuenta de que son multitud los que no están de acuerdo con el enfoque de buscar el trabajo que realmente a cada uno le guste hacer, como si esa búsqueda fuera una utopía y una pérdida de tiempo, por decir lo menos.

Por supuesto que hay limitantes en países como el nuestro, qué duda cabe de que en Colombia hay mucha gente que quisiera por ejemplo, estudiar, pero no tiene los medios para hacerlo. Pero por otra parte, también hay mucha falta de disciplina, de enfoque, de compromiso y dedicación con uno mismo, para lograr lo que realmente cada uno quiere hacer. Pienso que con esa decisión de marchar tras de lo que uno quiere, las puertas pueden abrirse, las oportunidades mostrarse. Nos faltan recursos, sí, pero también ese enfoque.

Por ejemplo una persona que quiera estudiar en la universidad pero no tenga recursos, aún a sabiendas de que lograr esa meta le tomará tiempo, podría no sólo esforzarse por ser el mejor de su clase, sino usar los montones de herramientas de autocapacitación que hoy existen en internet. Ese camino puede llevarle a destacarse a tal punto que se quede con un cupo en una universidad pública, o si no, a trabajar de día y estudiar de noche, o quizá pueda hacerse con una beca para una escuela técnica, como paso previo al ingreso a la universidad. También queda la opción de ser contratado por una empresa que valore su trabajo y que quiera invertir en su formación y desarrollo, por ejemplo. Hay muchas opciones aun en un país como este, en el que cuando uno es jefe, se encuentra con muchas personas que quieren pasar 'de agache', hacer las cosas 'porque toca', porque 'qué remedio', acomodados en zona de confort esperando que el jefe no exija más esfuerzo o fingiendo gran carga de trabajo para que no le pidan más.

Por otro lado, lo mismo ocurre a las personas que tienen las oportunidades, pero no saben aprovecharlas. Ni todos aquellos que no tienen recursos son disciplinados y comprometidos, ni todos los que tienen los medios saben apreciarlos. Pienso que precisamente lo que hace falta es que realmente nos comprometamos con lo que queremos hacer, y que no permitamos que nada ni nadie nos detenga.

Si las personas trabajan en algo porque les toca, y se resignan a no encontrar aquello que realmente aman hacer -un proceso que puede tomar toda la existencia- me atrevo a pensar que la vida se convierte en una sucesión de sueldos, un calvario cotidiano en el que tarde o temprano, la amargura, la enfermedad y el resentimiento estallarán. Quién sabe quienes serán las víctimas colaterales de aquella explosión, pues no sólo sufre el que lleva la cruz de un trabajo que detesta. ¿La familia? ¿La empresa? ¿La economía? Más bien, el país entero. Es cuestión de escalas. Ahora, imagínese cuantos hoy trabajan en algo que no les gusta. Seguro que en su círculo hay unos cuantos que se lo han dicho. ¿Realmente el tema no amerita un pensamiento? Yo creo que sí.

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© 2017 por Milena Clavijo.

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