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Revelaciones en los lugares menos esperados.

  • Foto del escritor: Milena Clavijo
    Milena Clavijo
  • 17 mar 2017
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 26 ago 2020


"I don´t wanna play this game if I can´t play my way

It´s not good to see you in the mirror, and not recognize yourself

The answers are all inside of me, all I´ve got to do is... believe"

Apartes de la canción 'Bet on it', de High School Musical

En las tres películas de la franquicia 'High School Musical' de Disney, hay muchos elementos para destacar, guías interesantes para los jóvenes que apenas comienzan a entender cómo funciona la vida. Pero para nosotros, que ya llevamos un tiempo en la arena, y que supuestamente ya entendemos como funcionan las cosas, también las hay.

Para los que no las han visto, fundamentalmente la historia trata sobre las peripecias de Troy (Zac Efron) y Gabriella (Vanessa Hudgens) en los últimos años de la preparatoria. El es el jugador de baloncesto popular y ella es la cerebrito. Los acompañan Sharpay, la chica rubia, atractiva, popular y superficial (Ashley Tisdale) y otros personajes que conforman el universo estereotipo de la escuela estadounidense.

La historia atrapa, pero lo esencial es la importancia de ese momento en nuestras vidas. Ahí, justo cuando salimos del colegio, ese período en que nos graduamos y somos lanzados al mundo. Ese instante es en realidad importante y especial. Haríamos bien en recordarlo con nuestros hijos.

Hay en ese instante un impulso energético muy fuerte, y si bien ya no se es tan ingenuo, al mismo tiempo hay inocencia. Esa que nos hace pensar que podremos liberarnos del vórtice que aspira a todos los demás hacia lo mismo: las eternas preocupaciones de las vidas iguales y grises. En ese momento creemos que podemos lograr nuestros sueños e incluso, cambiar el mundo. Todo nos parece posible, y quizá así es. Ojalá lo capitalizáramos más. Sólo hace falta que podamos creerlo.

La tercera película termina diciendo "Y ¿Por qué la vida no puede ser siempre como un High School Musical?" BAM. Pensé: ¡Es cierto! ¿Por qué tiene que ser una vida a medias, donde no trabajamos en lo que queremos, nos hacemos zancadilla nosotros mismos, abandonamos nuestras ganas de conocer el mundo y nos resignamos a tener vidas estereotipadas, particularmente en lo que al éxito se refiere?

Lo curioso es que en esos recuerdos que cada uno tiene de ese momento de su vida, hay una energía considerable. Un manantial secreto de fuerza al que acudir cuando parece que se ha perdido el norte. Particularmente, darse cuenta de que uno se ha convertido en algo que no se parece en NADA a aquello con lo que soñaba, puede ser intimidante y cuestionador. Pero al mismo tiempo puede ser disruptivo y suministrar la energía necesaria para emprender un cambio.

A todos nos cuesta recordar y tener presente eso que sabíamos entonces. Esa certeza de que el mundo está ahí para que lo conquistemos. Necesitamos volver a creer, volver a recordar, sentirnos en la piel de esos jóvenes repletos de energía, juventud, salud y sueños. Debemos permitirnos tener de nuevo esa osadía en nuestro interior.

Así, podríamos cuestionarnos, como decían los apartes de la canción citada al principio de este post:

"No quiero jugar este juego si no puedo jugarlo a mi manera.

Pues no está bien mirarte al espejo y no reconocerte.

Pero las respuestas están en mi interior! Lo que debo hacer, es creer/convencerme que ahí se encuentran".

Hay revelaciones en los lugares menos esperados. ¿Verdad?

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© 2017 por Milena Clavijo.

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