"Al final, la vida es muy sencilla"

Una vez, una compañera de oficina, a propósito de algún tema doméstico que me estaba comentando dijo: "Al final, la vida es muy sencilla". Aquella afirmación me dejó perpleja.

De vez en cuando, ese comentario, pronunciado con total convicción, todavía me ronda la mente. ¿Sencilla? Para nada, pensé yo. Y todavía lo pienso. Pero no me quedé tranquila con esa respuesta, porque sentí, en mi fuero interno, que ella tenía razón.

Pero, ¿cómo puede ser sencilla la vida con tantas decisiones, obligaciones, retos, ambages, peligros, etc? ¿Cómo puede serlo, Carolina?

Lo cierto es que en mí hubo un antes y un después de ese día, de ese comentario/epifanía soltada al descuido. ¿De verdad alguien creía que la vida era sencilla? (Yo tenía la certeza de que lo decía con sinceridad) Para mí el tema era particularmente complicado porque sabía que no había encontrado la realización/paz en mi trabajo, y sentía que debía hallar una manera de ejercer en la que sí lo hubiera.

Por eso es que la vida nos pone maestros, ejemplos de lo que debemos buscar. Esta compañera en particular, conducía su vida con tranquilidad y vivía serena. Se negaba a angustiarse. Trabajaba feliz. Era evidente que lo que hacía laboralmente la llenaba y eso se reflejaba en otros ámbitos de su vida: su familia, su relación de pareja, sus alumnos.

Ese fue el primero de los espejos en que pude ver que lo que yo quería no era imposible. Sólo hacía falta estar dispuesta a seguir buscando. Y aunque me harían falta otros diez años para dar en el clavo y tomar la decisión final, aquel día me permití creer que aquello con lo que soñaba, era posible.

#lavidaessencilla